lunes, 10 de enero de 2011

En la revista NARRATIVAS

http://escaletra.blogspot.com/2011/01/oh-salem.html

Queremos tanto a Salem
Yo lloré con Terminator 2
(relatos de cerveza-ficción)

Por Pablo Lorente
Revista Narrativas


Tras la publicación en la misma editorial de otro interesante libro de relatos que anuncia en parte el que nos ocupa: Yo también puedo escribir una jodida historia de amor, debemos a Carlos Salem (Buenos Aires, 1959) la ingeniosa creación de un nuevo género literario para los estudios literarios: la "cerveza-ficción". La invención de deja de ser útil, sobre todo en nuestro país, donde la proliferación de bares no es nada desdeñable.

"Sabía que Carlos Salem, el escritor argespañol más prolífico que existe, le daba a casi todos los palos, de la poesía a la novela policiaca y el relato urbano. En 2007 ganó el premio de la Semana Negra de Gijón a la mejor novela con Camino de ida, son legendarios los recitales poéticos que organizaba en Bukowski Club, e incluso ha inventado un nuevo género literario, los relatos de cerveza-ficción. Por eso resulta más sorprendente su última pirueta: acaba de ganar un premio de novela romántica, nada menos que el Seseña, con Cracovia sin ti, aunque, eso sí, me aseguran que es suficientemente canalla, que se bebe muy bien y no deja resaca." (Juan Palomo, "Bodas con arte", suplemento El Cultural, 21-05-2010).

En el caso que nos ocupa, catorce relatos conforman un universo de los bajos fondos (grandes bebedores de cerveza, putas, ladrones, criminales). El autor, que parece no dejar un solo cabo suelto, nos avisa de sus intenciones en un prólogo donde figuran los "Apuntes para una teoría de la cerveza-ficción". Son los siguientes: No hay principios. Ni siquiera finales; No es necesario ingerir bebidas espirituosas para escribirla. Pero ayuda cantidad; Aunque no todo acabe en un bar, debe comenzar en un bar o referirse a un bar aunque sea en el recuerdo; Todo está inventado, pero nadie ha leído todos los libros; La literatura es una exageración; El género no importa; La posteridad no existe.

El género, más bien el estilo, como afirma el autor en uno de estos principios, no es del todo orifinal y se adscribe a los que se ha dado en llamar "realismo sucio". "Cualquier lector o aspirante a escritor que pretenda enrolarse en las filas de la cerveza-ficción, se encontrará de inmediato con algún espabilado que le señalará con suficiencia que el género que aquí presentamos no es para nada novedoso. Al listillo en cuestión le sobrarán ejemplos, comenzando tal vez por Bukowski y Miller, saltando por Lowry o ciertos cuentos de Carver, para seguir con Chandler o Kerouac" (yo añadiría, sin pretensión de parecer "listillo", la poesía de David Gonzálex o la obra de Roger Wolfe, sobre todo la novela El índice de Dios).


A través de los principios que el autor nos presenta, podemos recorrer algunas de las claves de este libro. Sin exageraciones, como el autor afirma, y con un desenfado muy de agradecer, ya que no busca la posteridad, nos presenta un libro de relatos unitario y muy efectivo. Por un lado, la mayoría de los personajes (Poe, Lola, Harly, el Loco) aparecen en varios de los cuentos, con lo que el lector se familiariza con sus experiencias, algunas de ellas fantásticas como el encuentro sexual con un ángel (siempre cabe la duda pues la presencia del alcohol y las drogas en constante) en "Acabo de escapar del cielo". Por otro lado, la aparición permanente del bar de Lola aporta una gran firmeza narrativa, ya que las historias son del todo independientes. El bar como lugar de encuentro o de llegada, pero siempre presente y además, ese curioso personaje femenino que no tiene ningún protagonismo en el libro, algo mucho más inquietante puesto que se nombra en multitud de ocasiones.



Otro de los nexos de unión es la aparición de los "majaras" y más concretamente una frase que se repite en casi todos los cuentos: "Estoy harto de majaras". La repetición es tal que al final de la lectura, cabe preguntarse si nosotros, que en teoría estamos cuerdos, no seremos finalmente unos locos por mero contraste con los despropósitos, algunos de ellos bastante divertidos, por cierto, que ocurren en la obra.

Es llamativo el relato que da nombre a la obra y que parece una declaración de intenciones que se repetirá en otras ocasiones en la obra, dos personajes intentando ingresar en un banco el dinero de un atraco, comentando cómo se enternecen con una película tan "emotiva" como Terminator 2. Unos personajes majaras, quijotescos, pues en ocasiones se empeñan en "deshacer entueros", como es el relato citado o "Cada verano la llevo a ver el mar", donde uno de nuestros cuerdos personajes venga a una pobre mujer víctima de los malos tratos. En este mundo al revés, no falta la ironía, tampoco las tramas detectivescas, pues Poe ocupa sus ratos entre cerveza y cerveza haciendo ingeniosas averiguaciones para la policía, como es el caso de "El albañil cósmico" o "Una bola de cristal de las buenas".

La acertada construcción de estos relatos, la valentía a la hora de definirlos y presentarlos y la efectividad de los ambientes creados a lo largo de una obra muy unitaria, hacen de este libro una interesante lectura y un hito importante en la trayectoria de Salem, trayectoria, por otra parte, que parece estar consolidada. La creatividad de los argumentos, la variedad de estilos, la habilidad a la hora de plantear situaciones extremas y desconcertantes y hacerlas pasar por normales, hacen que ello no sea extraño.

librorelatospablolorente.blogspot.com

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