martes, 10 de noviembre de 2015

A Buenos Aires

Ella

 
Buenos aires
es un montón de piedras que me nombran
el pibe que miraba a la gente
ir y volver de laburo
con una duda de más
en cada paso por la tarde.

 El miedo engalanado de semáforos.
La gente que se llevaban
porque "algo habrán hecho".
Ultramán peleando contra monstruos
que no necesitaban
un falcon verde para sembrar el miedo.

Buenos aires
de lejos
en neuquén
era la imagen de la peatonal florida
y las chicas abanicando minifaldas,
las calles como un dédalo
sin ícaros
que pudieran volar tan alto
como para derretirse
porque al sol no lo encontraban.

 Buenos aires
eran mis viejos paseando conmigo
cuando todavía se querían
rumbo a una pizzería del centro
un sábado
cuando para ellos
todavía no era tarde.

Buenos aires
es siempre algo que te falta
algo que perdiste
o encontraste.

Es piazolla en parís
madrid
o en un pueblo de italia
donde el “¿viste?”
se convierte en pasaporte
de camaradería y desconfianza.

 Buenos aires
es una gata flora irresistible
que cuando te vas te pide que te quedes
y si te quedás
te olvida en otra esquina.

Y no te quejás
porque vos ya lo sabías.

Es mujer
es madre
puta
y santa
que baila el rock
con los pasos de un tango.

 Será por eso
que yo vuelvo siempre.

 Será por eso
que no vuelvo tanto.

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